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domingo, 7 de diciembre de 2008

L. Ferlinghetti

El poeta como pescador.
L. Ferlinghetti

A medida que envejezco percibo que la vida tiene la cola en la boca y otros poetas y otros pintores ya no encarnan para mí ningún tipo de competencia.
El cielo es el desafío el cielo que aún debe ser descifrado ese alto cielo ante el que caen agobiados los astrónomos con sus grandes orejas electrónicas ese cielo que nos susurra constante los secretos finales del universo el mismo que respira hacia adentro hacia afuera como si fuera el interior de una boca del cosmos el mismo cielo que es el borde de la tierra y del mar también el cielo de voces múltiples y ningún dios rodeando un océano de sonido que devuelve ecos como las olas que estallan en el murallón.
Poemas enteros diccionarios completos enrollándose en la explosión de un trueno, cada atardecer un cuadro instantáneo cada nube un libro de sombras a través de las que vuelan salvajes las vocales de los pájaros que llorarán repentinamente.
Ese firmamento para el pescador está despejado a pesar de las nubes oscuras.
Él lo observa lo estima por lo que es: el espejo del mar a punto de precipitarse sobre él en su bote de madera al filo del horizonte oscuro.
Nosotros lo imaginamos como un poeta siempre cara a cara con la vieja realidad donde los pájaros nunca vuelan antes de la tormenta.
No lo dudes él sabe lo que caerá desde las alturas antes de que amanezca él es su propio vigía en su embarcación atento al sonido del universo dando cuenta de las visiones de la tierra de lo viviente con su voz poderosa .

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